viernes, 23 de noviembre de 2007

El segundo debut del genocida











ALAN NO OLVIDA EL SABOR DE LA SANGRE DEL PUEBLO.
Por: Dante Castro

Si algo caracterizó a los dos anteriores gobernantes fue su frialdad y apatía frente a los índices de aprobación, los insultos del público o incluso su caricaturización en la prensa. Hoy estamos ante el mismo temperamental Alan García que conocimos entre 1985-90, el sanguinario genocida que perdía los papeles cada vez que sentía amenazado su sacrosanto principio de autoridad. El desequilibrio emocional es notable. Teme que el desborde popular liquide la buena imagen de su segundo gobierno, el cual, con toda seguridad, será desastroso. Sabe que las medidas ordenadas por el FMI y el BM, las cuales tiene que poner en ejecución, son impopulares. Por eso, las directivas que García y sus ministros ahora dan a la policía, nos hacen recordar los luctuosos años de agudización de la represión. Y es que a su primer gobierno lo puso contra la pared el desborde de la protesta popular masiva en las calles, en las carreteras y en los paros regionales. Por eso vemos a este sicópata nuevamente gritando para endurecer la labor policial. Órdenes inmediatas son: perseguir, capturar, allanar. Mañana o pasado, será disparar a mansalva sobre la población inerme.
¿Cómo olvidarlo?... Quienes estudiábamos todavía durante su primer gobierno padecimos sus rigores. Las masivas protestas estudiantiles fueron reprimidas con un exceso de dureza sólo comparable a los gobiernos fascistas. Murieron estudiantes de nuestra generación, otros quedaron ciegos por las perdigonadas disparadas por la policía, y otros fueron a parar a lasmazmorras acusados de "terrorismo".
¿Y los policías?... Los policías de ayer y de hoy se parecen en cuanto siempre están dispuestos a demostrar su valor y rudeza con quienes no se pueden defender. Gozan reprimiendo. Hay algo en su conducta que va más allá del simple deber cumplido. Le ponen un toque peculiar de sevicia a sus labores.
Después de que concluye cualquier manifestación autorizada por las autoridades, los policías se acercan a merodear las plazas donde ocurrieron estos eventos. ¿Qué buscan? Provocar enfrentamientos para detener injustificadamente a alguien. Algunos manifestantes todavía se han quedado conversando, discutiendo, polemizando, departiendo amenamente. Es decir: haciendo uso de derechos constitucionales como el libre tránsito, la reunión pacífica y sin armas, etc. Los guardias de asalto entran a "despejar" el lugar donde concluyó el mitin, como si esa absurda acción fuese necesaria.
En estas circunstancias ocurrieron las últimas detenciones del miércoles once de julio. Particularmente nos llamó la atención la "captura" de un joven postulante de 17 años, en la plaza San Martín, a las cuatro de la tarde. Este joven, bajo de estatura y muy liviano de peso, fue apaleado por seis policías, mientras otros efectivos se disputaban a codazos por entrar al corro y compartir a la víctima. Los policías de boinas rojas que participaron de este abuso tenían entre 30 y 40 años de edad, todos por encima de los 74 u 80 kilos, todos por encima de 1.75 de estatura. Mientras ejercían tan valerosa y honorable labor, insultaban y le mentaban la madre al joven: ¡Ahora pues conchatumadre! -bufaban los valientes protectores de la ley y el orden. Después de tan audaz incursión, estos policías se retiraron cargando con el postulante, dos estudiantes más de la Universidad Agraria, la cámara filmadora con que fueron sorprendidos in fraganti en pleno abuso y repartiendo varazos a diestra y siniestra contra quienes reclamaban.
La pregunta es: ¿por qué, si el mitin ya ha concluido, estos guardias vienen a provocar disturbios?... La única respuesta que se me ocurre es porque tienen que cumplir una cuota de detenidos o porque les arde en lo más profundo de su ser que el pueblo se haya manifestado ordenadamente, sin desmanes o saqueos.
Y se lo digo abiertamente a mi amigo el sargento Celso Pastrana: jamásapoyaremos la siguiente huelga policial con estas experiencias. NO se merecen el apoyo del pueblo quienes actúan con la vesanía que he descrito.Alan García, un genocida que deja chiquito a Fujimori, necesita de estos valientes efectivos para resguardar su segundo fracaso de gobierno. Tendrá que recrudecer la campaña represiva contra el SUTEP, la CGTP, los mineros, etc. La prensa de derecha, totalmente comprometida como auxiliar del SIN y de DIRCOTE (es decir, casi toda la prensa) colaborarán con él en cuanto a crear una sensación angustiosa de que estamos infiltrados por agentes de Hugo Chávez o llenarán titulares con el manido rebrote del "terrorismo". Contando con estos "audaces" y sumamente "listos" (smart in english) soplones titulados de comunicadores sociales, sólo le hacen falta los "valerosos" uniformados que esgriman alevemente la vara sobre espaldas y clavículas de estudiantes y trabajadores.Sabemos que extrañan el uso de sus escopetas calibre 12, con las cuales cegaron de por vida a muchos manifestantes en los años 80. Y si estamos gobernados por presidente y vicepresidente genocidas, no lo duden que volverán estas oscuras golondrinas. La bestia quiere sangre, carcelería, torturas. Ya las probó y parece que no olvida el sabor de la sangre del pueblo.P.D.- ¿Por qué nos extrañamos de la sonrisa de triunfo de Fujimori, entonces?... En el país donde los genocidas gozan de impunidad absoluta, pueden ser reelegidos y también ellos mismos condecorar a oficiales "valerosos" como Álvaro Artaza (Comandante Camión), Telmo Hurtado (Lince), o al mismo Giampietri. Es tan fácil como dar empleo en el Parlamento a losmiembros del Comando Rodrigo Franco, absolver al Grupo Colina, etc.
EL SEÑOR PRESIDENTE Veamos sus signos vitales Esos que rigen su vida La impronta suya La masacre viaja pesada en la sangre Y los ojos cerrados, las bocas abiertas heladas Son orificios oscuros Que han de succionarle diariamente el terno. El robo instinto rige su ojo su larga pata El darle a los ricos quitándole a los pobres El pacto cerrado Con FMI, el Banco Mundial y el Washington DC. La intestina risa La extensa lanza hasta el rostro de los detenidos En las comisarías coleccionadas por su clase. El cuchillo bajo la manga Seres cortados por la misma tijera de rodillas Van, reptan entre los escritorios, la burocracia Se infiltran en las marchas, se hacen llamar como uno Viven en ambos lados en la madriguera pocilga Espíritu de toda su identidad bandera lacaya. El diente de oro La postura virreinal El pútrido olor de la carne Lo defienden a capa y espada Lo pintan de cuerpo entero Y En cada palazo que otorgan las fuerzas de su orden En cada leva que derriba los vestidos y desvestidos En cada escudo de acrílico que dice POLICÍA que aguanta las piedras En cada llanta quemada en cada humareda negra En cada allanamiento de la dignidad Del pueblo en avalancha Se agita la decisión la Banda Presidencial Como un fuego oscuro pesado de oprobio Banda desaforada de Gobierno Él y junto a Él. Todo eso, todos ellos, todo Él Ante nuestros Altos Persistentes y Fogonazos Clamores En busca del pan de cada día para todos.




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